Andy Warhol es un artista que se reinventa. Busca
alejarse del acto físico a partir de un material previo. Utiliza imágenes ya en
circulación, que pueden ser de moda, de
publicidad, de cine… como por ejemplo podemos ver en obras como:
www.blog.art21.org/2012/03/16/gastro-vision-watching-what-you-eat/
Andy tiene una mentalidad en la que la realidad
física no existe, vive en un mundo en que la realidad se convierte en algo más
virtual. Llegamos así, a un momento en el que las imágenes sustituyen la misma realidad, donde éstas se caracterizan
por una exaltación estética.
Actualmente es difícil distinguir entre la cultura
de una elite y la cultura de masas, es por ello que es difícil distinguir el
resultado de las obras de Warhol. Un
universo de imágenes, que también pueden ser manipuladas, creando una
reproducción técnica o mecánica, perdiendo así la esencia del aura. Es decir,
que el modelo original pierde peso y la obra se valora en cuanto que una imagen
tiene un mayor número de reproducciones.
Hasta ahora el aura era sinónimo de algo único, de
acceso restringido, como cualquier obra renacentista, por ejemplo de El
Nacimiento de Venus, de Botticelli, solo existe un ejemplar original en
Florencia, pero actualmente se ha utilizado masivamente la imagen en camisetas,
posters, pegatinas, postales…
www.theartscrapbook.wordpress.com/2012/10/
Con esta multiplicación mecánica, la obra pierde
dependencia y gana autonomía. Dónde lo artístico es aquello que no tiene ningún
otro servicio. Mientras que por ejemplo, las obras de arte medieval se encontraban
al servicio de la religión. Hasta entonces, el arte no estaba emancipado de
seguir una finalidad concreta. Se desvalora el original de una obra ya que para
conocerla y estudiarla ya no hace falta el original de esta, gracias a las
numerosas copias de las que se dispone. La finalidad del objeto artístico
reside en sí mismo, la obra no es manipulable y tiene una identidad muy
concreta.
Llegando así a una situación de indefinición entre lo que es arte y
lo que no lo es.
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